13 jul 2011
El viraje democrático de Marruecos
Los marroquíes apuestan por el inicio de una nueva era
constitucional
Ya hay versiones de la nueva Constitución de Marruecos en
casi todos los principales idiomas del mundo occidental. La reacción de
Marruecos a los acuciantes movimientos sociales de los países árabes no ha
podido ser más rápida. El esfuerzo gubernativo por lograr un texto de consenso
ha sido notable. Su entrada en vigor requerirá muchos ajustes estructurales y
de fondo. Su total implantación llevará algún tiempo. La transición está en
marcha.
La nueva constitución de Marruecos ha recibido, desde que
fue dada a conocer para su aprobación en referéndum, críticas en uno u otro
sentido. Mientras para los sectores más liberales el nuevo texto no acaba de
consagrar los principios rectores que se le han de suponer a un estado
democrático de corte occidental, para otras corrientes de opinión la nueva
constitución consagra derechos que no se corresponden con las lecturas más
literalistas de la tradición islámica. Sin embargo, una aproximación serena al
nuevo texto nos permite corroborar un indudable viraje democrático, más o menos
suficiente pero, desde luego, rápido y modélico para su entorno. A grandes
rasgos, sobre una lectura pausada de los 180 artículos, podemos analizar ya lo
que la implantación del nuevo texto constitucional supone para la nación
marroquí.
No ha de pasarse por alto, previo a todo, el esfuerzo de
consenso para lograr una verdadera carta ciudadana. Actores políticos,
sindicales y asociativos han sido oídos y consultados a través de un mecanismo
marcado por la creatividad. Por ello tal vez han quedado consagrados valores
como la apertura, la moderación, la tolerancia y la comprensión entre todas las
civilizaciones, a la vez que el reconocimiento de los afluentes identitarios de
la nación marroquí, a saber: el árabe, el amazigh, el hassaní, el subsahariano,
el andalusí, el hebreo y el mediterráneo. De este modo se reconocen, entre
otras, la impronta del elemento sefardí y morisco -ambos con origen en Al
Ándalus- en la cultura de Marruecos. A la vez, el amazigh se reconoce como
lengua oficial junto al árabe, satisfaciendo así las demandas de un importante
núcleo ciudadano que se expresa comúnmente en este idioma.
Destaca en el nuevo texto la consagración del derecho a la
vida así como la prohibición de la tortura y de las violaciones de los derechos
humanos. La consagración de la presunción de inocencia, la libertad de opinión
y de prensa, de reunión, asociación sindical y política conforma una armadura
única cuya efectividad y arraigo habrá de observarse de cerca en los próximos
meses.
En lo que concierne a la mujer, los cada vez más
consistentes movimientos feministas islámicos han de celebrar necesariamente el
destierro de la discriminación por razón de sexo (también por color, credo,
origen social...) que pueda surgir de cualquier norma o tradición. Se
incorpora, así, Marruecos a ese grupo de países soberanos musulmanes empeñados
en que ninguna ley que distinga el género del sujeto al que se le aplique
conserve su vigencia. Y se anuncia consecuentemente la creación de una
autoridad que vele contra cualquier forma de discriminación a la vez que se
advierte de la puesta en marcha de medidas de discriminación positiva.
Las menciones a la sacralidad de la persona del Rey han
desaparecido del texto constitucional. En principio se declara sólo su
inviolabilidad, carácter similar al de las monarquías europeas, y su condición
de comandante o príncipe de los creyentes. Se trata este título de un liderazgo
religioso que se ejerce sólo sobre los musulmanes, pues la misma carta consagra
también la libertad religiosa, lo que invita a pensar que ese liderazgo
espiritual excluye necesariamente a las familias judías o cristianas.
En cuanto ala territorialidad del Estado, algunos analistas
han querido ver en la nueva carta magna un intento de emulación de la
organización autonómica del Reino de España. La letra de la ley no es tan
precisa como para permitirnos adelantar semejante descentralización. Qué duda
cabe de que la solución al conflicto de la región del Sáhara Occidental, que
pasa por la concesión a sus habitantes de un régimen de autonomía avanzado, ha
sido la que ha motivado buena parte del desarrollo de este capítulo. Los
consejos regionales, de momento, se elegirán por sufragio, lo que hace prever
un alto grado de independencia legislativa que sucesivas leyes perfilarán en
adelante. Habrá que estar a las transferencias de competencias del gobierno
central a los consejos o cámaras regionales para valorar con criterio el
alcance de la descentralización de poder que consagra la constitución.
Por último –y lejos de entrar al análisis exhaustivo que el
texto merece- cabe citarse la promulgación en la nueva constitución de fuertes
medidas para luchar contra la corrupción y el tráfico de influencia. Aunque la
corrupción de menor cuantía parece ser moneda de cambio habitual no sólo en el
Magreb sino en, prácticamente, todo África y casi todos los países emergentes o
en vías de desarrollo, el hecho de que se reconozca como un problema y se
dispongan medidas para combatirla hace presagiar el inicio de una era en la que
la Administración Pública no requiera para su puesta en movimiento del
engrasamiento especial de la corruptela, el soborno o la propina.
Como decíamos al principio, la nueva constitución podrá ser
más o menos suficiente, pero sin lugar a dudas, va a suponer una herramienta
muy precisa para que los ciudadanos marroquíes puedan, a partir de ahora,
reivindicar ante sus autoridades gubernativas y judiciales los derechos que,
como seres humanos, les corresponden. Sin duda que un texto no hace cambiar las
estructuras de un país de la noche a la mañana, pero el pistoletazo de salida
ya está dado. Depende ahora de los marroquíes –de los de a pie y de los que tienen
responsabilidades políticas y legislativas- que esta carta de derechos y
libertades quede en pocos años verdaderamente constituida, ciertamente
implantada. Tendrán, para ello, como ya ha quedado explicitado estos días
atrás, el apoyo de sus vecinos del norte y de prácticamente de toda la
comunidad internacional que ha visto en este viraje un sincero deseo de cambio
y democracia.
12 jul 2011
Ciudadanos españoles y marroquíes constituyen la Sociedad Mediterránea
Un nutrido grupo de ciudadanos españoles y marroquíes han
constituido e inscrito en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio
del Interior la Sociedad Mediterránea para el Diálogo y la Cooperación, con
sede en Algeciras. La finalidad de esta nueva asociación independiente, con un
doble carácter académico y solidario, es tender puentes entre los ciudadanos de
una y otra orilla del Estrecho para incrementar el mutuo conocimiento y mejorar
las relaciones de vecindad, a la vez que establecer cauces para la cooperación
social y desarrollar actividades de cariz humanitario.
Miembros de la asociación establecieron contacto
recientemente con la casa-cuna Dari, de Tetuán, en la que residen actualmente
veintiséis niños y niñas huérfanos de muy corta edad a cargo de la asociación
Amal al Atfal. Tras conocer las necesidades más urgentes de ese centro para
poder cubrir las necesidades de alimentación, vestido, educación y atención
socio-sanitaria de los niños y niñas a su cargo, la nueva Sociedad Mediterránea
ha iniciado un programa de adquisición de leche en polvo para bebés, juguetes y
ropa infantil que, en el plazo de unos días será entregado en el propio centro
por sus responsables.
La Sociedad Mediterránea no cuenta con ninguna ayuda pública
y el actual proyecto de patrocinio y colaboración con el centro Dari de Tetuán
se lleva a cabo con las aportaciones exclusivas de sus socios y de benefactores
y empresas que generosamente han donado sus productos.
Además de la vertiente social, los fundadores de la Sociedad
Mediterránea están especialmente interesados en la organización de cursos en
uno y otro lado del Estrecho en los que se dé a conocer las particularidades
del Derecho, las estructuras sociales y familiares, las instituciones civiles y
la cultura de cada pueblo, con la certeza de que el mutuo conocimiento es la
base para el diálogo, la cooperación, las buenas relaciones de vecindad y, en
definitiva, la paz. Así, para el próximo mes de septiembre ya se han
establecido contactos con instituciones de la comarca para la organización en
Algeciras de un curso de iniciación a la cultura y el derecho islámico,
dirigido sobre todo a profesionales de aquellos colectivos que más trabajan con
inmigrantes o que mantienen relaciones comerciales con Marruecos.
28 may 2011
27 may 2011
Ha nacido una nueva sociedad
La Sociedad Mediterránea para el Diálogo y la Cooperación quiere ser una herramienta para el aceramiento de los pueblos del Mediterráneo y, especialmente, de Marruecos y España, de donde son sus fundadores y responsables. Avanzar en el mutuo conocimiento, cooperar al desarrollo y a la paz. Esos son nuestros objetivos. El esfuerzo y el entusiasmo son nuestros instrumentos.
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