13 jun 2013

¿Una saneada economía = democracia?, Marruecos

OPINIÓN. CARLOS CORRALES.- No seré yo, en pleno siglo XXI y joven estudiante de Historia y Periodismo, quien defienda una posición determinante de la economía en la marcha de las naciones, pero bien es cierto que su peso es grande.
Hará tres o cuatro décadas bastantes intelectuales norteamericanos ligaban la buena marcha económica con el surgimiento y afianzamiento de la democracia. Es decir se llegó a establecer el siguiente razonamiento: un PIB per cápita considerable deriva en la consecución del régimen democrático liberal.
Por las últimas noticias que leo sobre Marruecos, centradas principalmente en el impulso de la economía del Magreb, parece ser que el reino alauita se ha tomado este discurso en serio y está dispuesto a ser una verdadera democracia.



El deseo de distensión con Argelia, el posible tratado de libre comercio con la UE, la política de atracción de inversores extranjeros, un ambicioso proyecto portuario o el AVE son ejemplos de este interés real de mejorar el desarrollo económico del país.
Largo es el camino por recorrer, pero ¡adelante! Ya que como dice el ministro de Asuntos Exteriores de España en una entrevista reciente en Atalayar: “Donde hay pobreza y el estado es incapaz de suministrar los servicios básicos y esenciales, se abren paso los movimientos extremistas que a cambio de suministrar los servicios piden una obediencia ciega, una disciplina ciega para la consecución de sus objetivos”.
Normalmente tiendo a pensar bien de las acciones de los otros –o por lo menos lo intento–. Por eso espero que los dirigentes marroquíes hayan secundado el discurso de los norteamericanos citados al comienzo y no el del ministro franquista López Rodó, el cual, según señalan algunos, sentenció: “Cuando los españoles tengan 2.000 dólares de renta, no les interesará la política”.
Creo que habría que averiguar si verdaderamente pronunció dicha frase, pero ahí queda el pensamiento. A lo mejor tenemos que hacer algo más que sólo mejorar la economía.

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